domingo, 24 de septiembre de 2017

Sobre el terremoto y el referéndum

Empiezo esta entrada de blog explicando que los Nigorra-Font no tenemos televisión en casa.
Bueno, el aparato en sí lo tenemos, muy bonito y de muchas pulgadas, pero nunca ha dispuesto del cable de conexión de la antena; de forma que sólo lo usamos para ver series en Netflix o vídeos en Youtube.
Hace casi 3 años que no vemos un programa de TV al uso o un telediario.

Con esto, nuestra conexión al mundo está fuertemente marcada por lo que Facebook y Wasap nos quieran contar sobre lo que pasa alrededor. A eso le sumamos las lecturas en los periódicos digitales.

Y, haciendo caso a Facebook,Wasap y a los periódicos digitales, en el mundo sólo han ocurrido dos cosas en las últimas 2 semanas: el terremoto en México y todo el follón a consecuencia del posible Referéndum en Cataluña.

Dos temas tan diferentes. Dos temas que no comparten nada, pero que han ido a compartir espacio de tiempo en la historia para impactar nuestras vidas y para llenar nuestros medios de oleadas de noticias, fotos, vídeos, noticias, opiniones, opiniones y màs opiniones.
Creo que en este contexto nos sentimos afortunados de no tener ese cable blanco de antena de televisión, creo que nos volveríamos locos con tanta información.

Que los dos temas coincidan en este blog es, como expliqué, consecuencia únicamente de su mera coincidencia temporal. De cómo los dos han sido el pan de los últimos días para un madrileño de aluche que vivió 6 años en Barcelona, que está casado con una catalana de La Pobla de Segur y que vive en México desde hace casi 3 años.
Me doy cuenta de que la última frase me da muchos puntos para poder hablar de los dos temas del título. Así que allá voy.

Empiezo por el terremoto.
Fue algo así como una experiencia vital. Una de esas situaciones en la vida en las que se para el tiempo, en las que cada milisegundo te pasan 100 pensamientos por la cabeza. Puño en el estómago, por puro instinto agarrar al bebé fuerte en brazos. No tener ni puta idea de qué hacer. Tener la certeza de que, si la tierra quiere, si le da la gana, tú no sales de ahí. Porque todo cruje y se mueve y tú no sabes dónde meterte. Nunca me había sentido así.
Pero pasó. Sin nada que lamentar.

Pasó el terremoto y uno recuerda esos momentos de forma continua en los días siguientes, con los restos del puño en el estómago casi constantemente, con un cierto mareo, como si uno andara en una barca aún, parándose a veces para comprobar si la cosa vuelve a temblar o no; y con el nerviosismo de volverse a dormir y tener que salir corriendo de nuevo.

Como digo, una experiencia única que se queda, para mucha gente como yo, en un mero recuerdo, en algo que contar y en algo de lo que aprender.
Pero para mucha otra gente significó mucho más que eso.

Llevo algunos días con un sentimiento brutal de mala conciencia. Nunca me había escrito tanta gente para preguntarme qué tal, para mandarme fuerza...y yo, que estoy perfectamente, que sigo viviendo en mi casa fantástica con mi familia y yendo a trabajar sin problemas...yo me siento mal. Rodeado de todas esas noticias de gente sin casa, de gente sin su gente. Es difícil de explicar. Algo así como una falsa víctima.

Y México reivindicó su ADN en estos días. Digno de ver. Nadie va a permitirse no ayudar, no hacer algo por los afectados. Nadie va a permitirse no dar su tiempo, su sudor y su dinero por los demás. Y se ve a ancianos cargando piedras, a voluntarios dejando sus casas para ayudar a cortar estructuras de metal, a jóvenes recogiendo alimentos en cada supermercado para llevarlos personalmente a las zonas afectadas.
Y cada gesto de ayuda es un bofetón a su gobierno corrupto. Y cuanto más se organizan las pequeñas comunidades o los grupos de amigos para ayudar más dura es la paliza del pueblo al gobierno; como queriendo demostrar que el pueblo, sin el gobierno, puede mucho más.
Digno de ver y afortunado de poder ver en estos días reacciones humanas tan potentes y solidarias.

Y me voy "de volada" como se diría aquí al segundo tema. Cataluña. Referéndum y todo lo demás
No voy a volcar aquí una opinión, porque mi opinión seguro que ya la ha expresado alguien en alguno de los mil Inputs de información que habéis recibido estos días.

Voy a hablar de otra cosa aquí, que uno quizá percibe con más fuerza por la lejanía.
Y es el hecho patente de que somos bastante gilipollas por lo común en lo que se refiere a nuestro comportamiento en discusiones políticas.
En este asunto disponemos sólo de 2 modos. Procedo a explicarme:

Comportamiento básico número 1:
Me junto con gente que comparte mi misma idea política y nos retroalimentamos los unos a los otros, todos la mar de contentos, porque vemos que mi entorno comparte, complementa y felicita mi opinión.
Adicionalmente nos ponemos todos de acuerdo para dejar claro, con no pocos argumentos sólidos, que la opinión contraria a la del grupo en cuestión es lamentable y que la verdad "no se entiende como alguien puede pensar así"

Comportamiento básico número 2: 
Me junto con gente contraria a mi idea política e intento convencerlo.
Si el encuentro es con amigos o familiares, la conversación siempre se inicia desde la educación, con tono sosegado y con argumentos no emocionales, con el objetivo tranquilo de hacerle ver al otro todos los motivos por los que está equivocado.
A los pocos minutos uno se da cuenta de que el otro no entra en razón (qué raro) (bueno, tampoco estás eschuchándole mucho) y  la discusión se va calentando, dando entrada a expresiones como "pero no me negarás" o "es que no ves que?..." .  La cosa no llega a mayores por los lazos afectivos, pero de camino a casa, ya cada uno por su lado, los dos se van con el calentón pensando "qué cretino /gilipollas se ha vuelto Pepito"

Si el encuentro es con desconocidos, todo lo contado arriba se pasa por el forro las reglas de la educación y acaba como hemos visto en tantos casos.

Los comportamientos número 1 y número 2 nos alzan como gilipollas totales, pues no aseguran ningún crecimiento para nadie.

Así que ahí va mi propuesta de comportamiento número 3 y sólo es apto para gente con huevos.
Eres capaz de defender el otro punto de vista??
Te reto a hacerlo una semana entera.
Hazlo. Una semana, dos, toda tu vida si te da la gana.
Perder no vas a perder nada. No vas a enfermar. Nadie te va a mirar mal.
No va a cambiar tu opinión, porque eso sólo depende de ti. Y, si cambiara, sería un cambio voluntario, sólo impuesto por ti, producto de que te diste cuenta defendiendo la parte contraria, de que los otros no estaban tan locos como pensaste al principio.

Ejercítate en el arte de pensar qué piensa y qué siente el otro...

En este momento, más que nunca, hacen falta más comportamientos 3...que estamos cansados del 1 y del 2. Quizá así nos acercamos.

Si no eres capaz, como persona inteligente, de hacer el ejercicio del comportamiento número 3, entonces no hay más, eres gilipollas. Y contra eso...

Este madrileño de Aluche y su esposa catalana de La Pobla de Segur llevan haciendo esto, al menos, 4 años.
Y os digo que funciona.










domingo, 17 de septiembre de 2017

Terapia gratuita de cambio

De un tiempo a esta parte todas mis camisetas han ido al cubo de la ropa sucia por el mismo motivo: mancha de leche de entre 5 y 10 centímetros de diámetro en hombro izquierdo

De forma muy habitual esta mancha hace su aparición en el momento en el que uno coge a su bebé para dejarlo en el carrito y salir de casa. Tras los 30 correspondientes minutos de preparativos te miras al espejo, lo limpias un poquito con un trapito y sales con el cerco de entre 4 y 8 cms de diámetro por la puerta de casa, sin importante demasiado el qué dirán.

Uno ha escuchado millones de veces eso de que "un hijo te cambia la vida".
Yo la frase la acortaría. "Un hijo te cambia"

La realidad es que te cambia a ti mucho más de lo que cambia a tu vida.
Un cambio fantástico.
Un cambio terapéutico.
 Después de muchos años preocupándote por ti, de tus traumas, tus obsesiones, tus frustraciones por mejorar o no mejorar. Después de muchas noches durmiéndote contigo mismo en tus propios pensamientos, sobre qué harás, qué decisión tomarás, qué pensarán de mí...

De golpe, se acabó.
Tu hijo te pone de golpe en terapia. Sin cobrarte ni un duro, sin sentarte en un diván.
Se acabó pensar en ti.
Y es fantástico, liberador.
Tanto, como que ese cerco blanco de 4 a 8 cms de diámetro en tu camiseta ya no es una preocupaciòn, sino casi más algo así como un orgullo.

Es liberador sacar lo mejor de ti cada tarde al llegar a casa; liberador sonreír y olvidar lo que pasó en el trabajo. Remedio infalible. Dónde quedaron esas tardes de llegar muerto y encabronado del trabajo, tirarme al sofá y sólo querer que se acabara el día.

Terapéutico saber que nunca pierdes el tiempo, porque lo estás invirtiendo en hacerle sonreír, en cantar para que no llore, en hablarle para que se relaje o en moverla para que se estimule.
Remarco que es jodidamente genial el saber que uno no pierde el tiempo. Ese sentimiento que como individuo nos (me) atormentaba. No aprovechar las (mis) oportunidades, no darlo todo de uno mismo (de mi)
Pues bien, ahora, todas mis oportunidades se ven 100% aprovechadas, y cada día doy lo mejor de mí...no para mí, sino para otro que lo necesita más :)

Sin cambiar mucho mi vida, mi hija me cambió.
Me hizo mejor.
Me hace mejor cada día.

Desde que está en casa, dice mi mujer, no paro de sonreír.
Es difícil no hacerlo. Los ojos de Paula sonríen, nunca había visto a nadie sonreír tan potentemente con la mirada. Ojalá no lo pierda.
Tendrá un padre sonriente toda su vida.






martes, 20 de junio de 2017

reflexiones al cero

Siento desde hace tiempo una inmensa necesidad de desahogarme.
Casi casi una ansiedad de plasmar en palabras eso que siento en ese momento.
Me refiero a ese momento que, por más que de forma irremediable se repita una y otra vez en nuestras vidas, uno nunca acaba de dominar.
Probablemente no exista ningún deporte con tan alto nivel de adrenalina que uno experimente en sus carnes tan a menudo.
Y por más que uno trate de aprender, por más que uno piense "a la próxima no me pilla desprevenido"....amigo, la batalla siempre está perdida. Como casi siempre, tú no tienes la sartén por el mango

Ahí estás.

Dos meses después.

En el ascensor. Mirándote al espejo. Pensando cómo se lo vas a decir.

Las puertas se abren y caminas. Esta vez sí. Lo tienes claro.
"Piensa en otra cosa" - te dices a ti mismo. -"No dejes que esto te afecte. Hoy es el día que les ganamos la partida"

Ahí estás.
Agarras el pomo de la puerta de cristal.

El olor te resulta familiar. Tu estómago lo identifica.
Tomas aire.

Miras al frente

-"Buenas tardes. Tienen hora para cortar el pelo?"
-"Claro, siéntate y en cinco minutos te cojo"

Uno que ha rolado mucho por el mundo empieza a entender que cuando dicen te cojo no, no lo dicen con el sinónimo de agarrarte y cortarte el pelo. Lo decían claramente con todo el significado que un mexicano le puede dar al verbo coger. Desde la C hasta la R.

Hundido en el sofà de polipiel, los titulares de las revistas tipo Men´s Health que hay sobre la mesilla frente a ti te abstraen momentáneamente de tus miedos ocultos. "Prepara tus abdominales para este verano", o "Carbohidratos y proteìnas, las 5 reglas básicas" esconden un fascinante contenido que ni siquiera te da tiempo a descubir. Lo único que retiene tu retina son los fibradísimos cuerpos de aquellos que, al parecer, ya prepararon sus abdominales para el verano.

"Pasa por aquí"
"Pasa por aquí" - me dice. Son de traca.
Acaso existen varias posibilidades o diversos caminos para recorrer los 3.5 metros que separan tu sofá de polipiel y la pica de lavado de cabezas???
No es hora de sarcarsmos. Sólo quieres concentrarte al 100% en el que es sin duda el mejor momento de toda tu visita a la peluquería. Tu agua calentita y tu masaje. Tu olor a champù de menta y el sonido del agua relajándote.
Antes de empezar con el ritual vienen dos preguntas más de manual.
"Estás cómodo así?"
y
"Está bien el agua?"
Tras años de rolar por el mundo uno se da cuenta de que sólo existen dos proveedores de picas para lavar cabezas: las que es imposible que el agua salga templada y las que te rompen el cuello. De hecho apostaría a que últimamente los dos proveedores han hecho algún tipo de Partnership y ya sólo fabrican picas con lo mejor de cada casa...

Por lo tanto, mientras te estás crujiendo el cuello y quemando o helando con el agua, sonríes y das por respondidas las dos preguntas con un ligero movimiento de cabeza afirmativo. Total, no van a poder hacer nada.
Lo único que deseas en ese momento es que tu peluquero dé lo mejor de sí en ese masaje. Quieres que esos breves minutos de placer sean interminables, que no escatime en esfuerzo. Esos minutos valen todo tu sufrimiento.
El grifo se cierra y finaliza así el placer. Curisamente tienen un espejo delante tuyo, entiendo, para que el cliente se vea de forma ridícula con todo el pelo a lo punky.
Tras años de rolar por el mundo uno se da cuenta de que es una clara estrategia para que tu comparativa con el "después" no sea tan agravante.

"Por aquí" - te vuelve a indicar el peluquero.
Yo creo que ya es vicio. Tu silla de tortura está dos brazos de distancia de la pica de lavado.
Por joderles un poco a veces pregunto
"Por aquí?" - no está de más asegurarse.

Con la cabeza goteando llegas a esa silla como un alumno llega al pupitre de selectividad. Sabes que vas a salir vivo, pero estás absolutamente cagado.
Te colocan el cobertor.
Te acomodan un poco el pelo con el peine.
Y con naturalidad y frescura, como si no hiciera esa pregunta cien mil veces al mes, el peluquero te pregunta.
-"Qué, como lo quieres?"
MIERDA
MIERDA MIERDA MIERDA

Que cómo lo quiero??
Pues yo que sé. Bien. Guapo. Yo qué sé.
No te distraigas, sabías que esa pregunta llegaría.
Te la han hecho una vez cada dos meses durante los últimos treinta años. (bueno, alguno menos, que hasta cierta edad se la hacían directamente a tu madre)
Y cada vez, cada pregunta, la misma sensación.
Debería haber un traductor persona normal - peluquero / peluquero - persona normal. Yo le respondo con la palabra "bien" y el ya interpreta que tiene que dejarme el lateral más corto, pero no demasiado corto porque sino parezco espinete; que me tiene que dejar la zona central con algo más de pelo, pero sin pasarse, que luego me crece muy rápido y al poco tengo que volver a la peluquería, lo cual me da mucha pereza; que me tiene que degrafilar, o como cojones se llame eso, para que el pelo no me crezca estilo japonés y que por favor no se recree con los peinaditos.

Que maravilloso sería ese mundo en el que el peluquero te dice
"Que, como lo quieres?
y tu le dices
"Bien"

Y el te corta el pelo genial.

NO

Quieren que les des detalles. Y, por supuesto, uno no está preparado para eso.
No tienes ni puta idea y lo dejas claro explicando a duras penas lo que quieres.
Pero claro, en juego está tu imagen en los próximos dos meses.
La angustia te agarra en cada tijeretazo.
Disimulas mirando el móvil, pero tu ojo derecho no pierde de vista al hijo de puta que te está esquilando y que no está haciendo nada de lo que le has dicho (o bueno, si es que tú mismo sabes qué le has dicho).
No hay nada que hacer. Te rindes. Bajas la mirada al móvil o decides espiar la que le están liando al de al lado.

Después de rolar mucho por el mundo me he dado cuenta de algo y es...si tienen la maquinilla tienen el poder. Así que mejor poner buena cara.
No vaya a ser que dejen tus reflexiones al cero.

:)








miércoles, 24 de mayo de 2017

Bienvenida Paula

El Mini-preludio 

13.5.17. Sirva como anticipo decir el gran reto que supondrá para mí escribir sobre esta fecha. Estoy seguro de que me olvidaré mil detalles. Y sobre los detalles que no me olvide, decir que estoy seguro de que no quedarán ni de lejos tan bien detallados como en realidad lo fueron.
Sería sin embargo un hueco inexplicable en mi esporádica afición por escribir el no escribir sobre esta fecha.
Lo haré. Sin mucho miedo a equivocarme. Con la certeza de que me emocionará en unos años leer todos esos detalles sin detallar, recordar todos esos olvidos entre líneas. Lo haré con la tranquilidad de saber que me estaré regalando a mí mismo la posibilidad de abrir de par en par las puertas de mis cinco sentidos cada vez que quiera, reviviendo todo lo que pasó en ese día de primavera en Puebla.

Iré escribiendo tal como recuerdo, mezclando lo que pasó con lo que pensé, lo que pensé con lo que sentí, lo que sentí con lo que imaginé y lo que imaginé con lo que pasó. Una disculpa si es demasiada la mezcla. Una disculpa para ti, porque yo ya me disculpé a mí mismo antes de empezar.


La Mini-(gran) historia 

13.5.17
Sábado por la mañana

A eso de las 11 de la andábamos todavía comprando en el supermercado, María tan ligera con su sandía intra-abdominal como lo había estado en todos y cada uno de los días del embarazo.  Ruta habitual por los pasillos, en el orden habitual. A las 11:30 teníamos cita con la doctora para revisar todo lo del bebé. Ya íbamos tarde.

11:05 Regresamos a casa y subimos rápido para dejar en la nevera todo lo de la nevera, dejando lo demás en bolsas sobre la mesa de la cocina.

11:15 Llama la doctora. Nos está esperando. La cita era a las 11? Sí, sí, en 5 minutos estamos allí.
Veo la maleta de María en un rincón, esa con todas las cosas que creemos que son necesarias para el hospital (de las cuales sólo el 20% resultaron ser necesarias) y tengo la sensación de que no está de mal cogerla. Total, en el maletero del coche no va a molestar.

11:35 Consulta de la doctora Zuleyka. María tumbada en su camilla y el puso de Paula resonando en la sala a través de esos mini altavoces acoplados a su panza.

12:00 "Sabes qué María?" nos dice la doctora. "Hoy vas a tener a tu bebé". Continúa con total normalidad, como el que habla de que va a llover.
La frase va directa a la piel, que se pone de punta en los brazos. Una lagrimita quiere caer y finalmente cae disimulando. Miro a María. Media María muere de la ilusión. La otra media se queda pensando que lo que ella quería era un parto natural y no por cesárea.
Le agarro de las manos. La media María de la ilusión le da un codazo a la media maría pensativa. Ya sólo queda ilusión. Se va la doctora y nos abrazamos.

13:40 Vestuario junto al quirófano del Hospital de Puebla. Intento descifrar cómo se pone la mascarilla de ese traje azul. Después de más de cinco minutos dándole varias vueltas (serían nervios o falta de práctica en colocarse mascarillas azules?) le pregunto al señor que acaba de entrar y que en dos minutos ya se había vestido por completo.
"Vas con la Doctora Zuleyka? Yo soy el cirujano auxiliar".
Con amabilidad me explica cómo colocarme todo y me acompaña a la puerta del quirófano.
"Si crees que te vas a desmayar, sobre todo recuerda pegarte a la pared."
"Quieres alguna música en especial?" - me pregunta

14:05 Desde el pasillo junto al quirófano veo a la gente en movimiento a través de las ventanillas circulares. Hace como media hora que me despedí de María. Si se abre la puerta logro ver su cuerpo sobre la camilla. Por primera vez noto ese cosquilleo en la tripa de verdaderos nervios.

14:10 Una enfermera sale del quirófano. "Papá, ya puedes pasar"
La luz blanca cubre toda la sala.
Aparto la vista para no mirar sobre el abdomen de María en el que ya trabajan tres personas y voy directo a su cara en el otro extremo, separada por una mini cortina de azul de unos 30 centímetros de alto.
Hace calor, ya noto las primeras gotitas de sudor bajando por mi pecho.
María está consciente. Esboza una media sonrisa al verme. Está algo pálida. Le toco la frente y veo que ella también ha comenzado a sudar.
Agarro el taburete junto a su camilla y me siento a su lado. Medio metro hacia delante no paran de trabajar. La cortina es casi un adorno y uno tiene que bajar la cabeza para no ver nada.
Me concentro en ella.
"Cómo estás?" - le pregunto acariciando su cara
"Tengo sueño"- me dice con la mirada un poco perdida
De fondo suenan los Beatles.
"Sólo piensa en todo lo que vas a comer en cuanto terminemos."- Le digo. Y empezamos juntos una interminable lista de los placeres prohibidos durante estos últimos 9 meses: "Jamón de jabugo, lomo, berberechos, sushi de todos los sabores, marisco fresco, secallona de la Pobla, queso azul,..."

Me emociono yo sólo viendo su de cara de felicidad

14:28 "Bienvenida Paula" - la voz de la doctora rompe el silencio momentáneo en el quirófano.
No recuerdo qué canción sonaba. O no había, o no la escuché, o simplemente la olvidé.
Paula es azul, muy azul.
Pasa de las manos de la doctora a la del auxiliar y de las del auxiliar a las de la enfermera, que la ubica en una mesita de metal para limpiarla.
Todo pasa muy rápido. Miro a la bebé, que poco a poco va poniéndose rosita. Qué guapa. Parece muy bien formada, como si ya tuviera un mes. Se mueve mucho (igual que en la tripa de su mamá). Llora. Es bueno. Lloro.
Miro a María, al otro lado. Ella no puede ver a su bebé, sólo ve mi cara. También se emociona y llora. "Es muy guapa" - le digo y le beso. Me siento un poco egoísta de que sólo yo puedo verla. Le hablo de ella. De sus pies, de sus ojitos.

14:40 Me quito mi camiseta azul de quirófano y me ayudan a ponerme una bata azul de quirófano. Me dan a Paula en brazos y me la coloco junto al pecho. Está caliente. Está tranquila. Se chupa el dedo. Sonrío. Me mira (me mira?). Piel con piel. Es la primera vez en la vida que siento el significado de la palabra vida con tanta fuerza.
Me acerco con ella a su mamá y la coloco a la altura de sus ojos. María la ve. La habla entre sollozos. Me emociono viendo a María. Es su momento. Por fin. Los tres. Las tres cabezas juntas. Respirando y latiendo.

Barra libre de endorfinas.
Bienvenida Paula.


Lo que vino después del sábado por la mañana

Lloras, gritas, gritas llorando y lloras gritando.
Nervios.
Y ahora qué?
La espalda se tensa con cada segundo que sigues llorando.
Te cojo, te coge mamá. Te hablamos.
Por fin. Comes.
Qué paz
La espalda se relaja.
Nos haces sonreír con tus mofletes aplastados y tu cara de felicidad

Y así cada día

Me miras calmada desde tu cuna. (me miras? yo digo que sí)
Tus ojos son mi vida.

Bienvenida Paula