miércoles, 31 de agosto de 2011

Me alegro por ti

Tengo una buena noticia.

La expreso.

Me escuchan.

Sonrisa. Pausa. Y ahí viene. Se acerca. Agárrense. La gran mentira.

'Me alegro por ti'

Ya llegó. Hipocresía en forma de convencionalismo que se acompaña de una nueva sonrisa y, por qué no, de un abrazo para dar más dramatismo al engaño.

Alegrarse por alguien es, efectivamente, sentir felicidad, satisfacción, orgullo por esta persona (en definitiva el pack Rey Juan Carlos) 

Sin embargo detrás de esta frase tan habitual, detrás de esta maravilla de la interpretación, detrás de este guiño atrevido al octavo mandamiento SÓLO (y remarco el sólo) existen 2 posibles situaciones, que nada tienen que ver con la alegría:
1- La indiferencia. Hablamos del 80% de los casos
2- La envidia y el resquemor. El 20% restante.

Leyendo esto muchos podréis estar pensando que me he vuelto loco, pensando que nadie se alegra por nuestras buenas noticias. Para nada. Por supuesto que existe gente que se alegra. Existe gente que se alegra incluso más que tú de las buenas noticias.
Un ejemplo: os puedo asegurar que un aprobado en ciertas asignaturas era una alegría que pocas veces más he vuelto a sentir. Pues bien, estoy seguro de que mi madre se alegraba aún más.
En efecto dentro de toda la gente que nos rodea existe un selecto grupo de gente que siente felicidad por nuestra felicidad.

Eso sí. JAMÁS (y remarco jamás) usarán la frase "Me alegro por ti".

Es más, en estos casos la hipocresía también hace acto de presencia. Y uno tiene que escuchar cosas como "qué hijo de puta", "cómo te odio" o "no te lo mereces" . Eso sí, aquí el abrazo y la sonrisa son de verdad.






domingo, 28 de agosto de 2011

VIVIR PARA NO CONTAR...

Vivir para contar.
Eso es, literalmente, a lo que nos dedicamos. Queremos viajar, queremos que nos pasen cosas fabulosas, conocer a gente excepcional, tener sensaciones únicas...sí, sí, queremos todo eso, pero lo que de verdad importa y por lo que en realidad nos desvivimos es por darnos el placer de contárselo a los demás.
Actualizo con la foto de la paella que me acaban de traer a la mesa, cuelgo el atardecer en esa playa espectacular, comento lo interesantes que son los dos amigos que acabo de conocer en la India, subo la camiseta nueva que me he comprado para salir esta noche.... subo, cuelgo, comento, actualizo... 

Y subiendo, colgando, comentando, actualizando, acabo por olvidarme de DISFRUTAR del momento. De saborear la paella, de perderme en el atardecer, de conocer a fondo a mis nuevos amigos, de lucir mi camiseta... Mi cerebro asocia cualquier cosa positiva que me pase a la necesidad de compartirlo cuanto antes con todos.
Y así ocurre, que vivo para contar.

En muchas noches de quedar con los amigos hemos acabado discutiendo por la misma razón. Algunos de los presentes se pasan la noche con la cabeza en el móvil. ¿Qué hacen? Chatear. ¿Qué cuentan? Pues que están pasando la noche con unos amigos y se lo están pasando en grande.
Vuelta a lo mismo. La necesidad de contarlo hace que en ese momento estén haciendo cualquier cosa menos pasárselo en grande con sus amigos. ¿Qué por qué no se lo pasan en grande? Pues porque están entretenidos contándolo.

Cuelgo, subo, comento, actualizo...

En el último viaje a Escocia bautizamos este fenómeno como la dictadura del Smartphone. Medio de coña.... Medio de verdad. Y es que en algunos momentos del viaje gran parte de nuestra actividad se basaba en intentar conseguir una foto estupenda que diera fe de lo bien que lo estábamos pasando.

Pensando en todo esto, se me ocurre que quizá deberíamos ser capaces de vivir y punto. Disfrutar, conocer, experimentar, sufrir, reír, ... todo para nosotros.
Lo dicho, vivir para no contar.



pd: Paradójica crítica de alguien que va a publicar en facebook esta actualización

jueves, 25 de agosto de 2011

Noticias de verano

A ti, señor o señora que descubriste cómo hacer pasar por un cable de fibra óptica información codificada en forma de unos y ceros, a ti te doy las gracias.
Y a ti, señor o señora que desarrollaste plataformas para convertir la información codificada en forma de unos y ceros en formatos digitales que contienen mis series favoritas, a ti también te doy las gracias.

Visto que lo de leer libros queda para momentos de fuerza anímica mayores que los que uno tiene en vacaciones, sin vosotros, señores y señoras que lleváis cada día de forma puntual el internet a mi ordenador, sin vosotros me vería revocado a tener que encender el televisor.

Qué desgracia la televisión en verano. Y no, no lo digo por los programas de debate del corazón, que están ahí en cualquier otra época del año. No lo digo por los realities cada vez más lamentables en los que sale gente cada vez más lamentable, porque éstos también los emiten durante todo el año. Lo que en realidad hace que en verano la televisión pase de ser algo mediocre a toda un despropósito son....
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LOS INFORMATIVOS!!!

En efecto. Los informativos. Faltos de contenidos, se convierten en magazines ridículos y demagógicos.
El lunes en el telediario de la Sexta de las 9 (hora punta, máxima audiencia), hubo una "noticia" consistente en sacar un montón de vídeos de gente metiéndose leches al tirarse en la piscina. La noticia ni siquiera acabó con el clásico mensaje para alertar a la gente del posible peligro de las piscinas (entonces quizá podría haber sido considerada como noticia), sino que acabó tal cual, después de la serie de hostias al más puro estilo vídeos de primera.
Al acabar esta primicia por fin vino algo importante. "Se confirma" , afirmó tajante la presentadora,  tras lo cual alguien inocente como yo se esperaba alguna información del tipo " Se confirma. La economía sigue en recesión" o "Se confirma. El turismo ha aumentado este verano" o cualquier otro dato interesante.
Pues bien. Lo que la presentadora del telediario dijo, después del notición de las hostias en las piscinas fue. "Se confirma. Epi y Blas no son gays". El titular fue acompañado de un amplio reportaje polemizando sobre la relación de las dos marionetas...

En fin, ahí lo dejo. Me voy a poner una serie en el ordenador

AH! No se me olvida. Otro día hablaré del otro gran tema del verano: las secciones de deportes de los informativos....

martes, 23 de agosto de 2011

A SOLAS

Cuando uno viaja solo en avión puede optar por dormir, por pensar, o por hacer una lenta transición del pensamiento al sueño.
El pasado lunes volvía desde Palma a la que ahora es mi casa en Barcelona y opté por la opción B: la de pensar. Y, precisamente, solo como volaba, me dio por pensar en la soledad.

El cantaautor madrileño Antonio de Pinto, dice en una de sus letras que para querer bien a alguien hace falta saber cogerle con una mano y saber soltarle con la otra.
Pues bien, a la soledad, como a una buena novia hay que saber agarrala fuerte en ocasiones y dejarla correr en otras..... DIFICIL TAREA.

El primer problema es lo complejo de la soledad, que aúna un estado físico y un estado emocional en un mismo concepto. Y así es, como dicen tantas canciones, que podemos sentirnos solos rodeados de mucha gente o por el contrario no percibir en absoluto la soledad a pesar de que no tengamos a nadie cerca.

El segundo problema se sitúa en su aleatoriedad. No hay regla escrita para la soledad, lo único cierto es su incertidumbre. La soledad no se consigue de una manera o de otra. No se escapa de la soledad por ningún método o receta. 

También está la cuestión semántica. ¿Qué estamos pidiendo cuando pedimos que nos dejen solos?
Pues la mayoría de gente lo que quiere decir en realidad es "me gustaría que te fueras, pero no me importaría que viniese otra gente a la que me apetece más ver, de hecho me ayudaría mucho".

Adicionalmente hay soledades positivas y soledades negativas. Y no importa el contexto.
Viajamos solos en el autobús y escuchamos las conversaciones de los demás, muy muy tentados de intervenir. Cenamos con todos nuestros amigos y en un momento de la cena nos aislamos para oir solo costillas adentro.

Es complejo este tema.

Aún sentado en el avión se me ocurre que todas mis soledades felices se han apoyado en algún elemento de la naturaleza. Sumergido en el mar. En lo alto de una montaña. En el desierto. Tumbado al sol en la playa.
Las soledades negativas, por el contrario, se suelen refugian en rincones. Un sofá. La cama. Un banco del parque. El coche.

Estoy escuchando la conversación de los de delante. Y yo que me pensaba que quería estar solo para poder pensar un rato sobre la soledad....





lunes, 22 de agosto de 2011

Re-Inicio

Todos tenemos algo con lo que nos sentimos absolutamente identificados. Una actividad en la que sale lo mejor de nosotros, con la que disfrutamos sin dejar reservas, en la que nos esforzamos sin límites, sin ser siquiera conscientes del desgaste, porque los únicos estímulos que somos capaces de percibir son los positivos.

Algunos, los pocos, tienen la suerte de que esa actividad les dé de comer. En su caso se trata de su "vocación". Otros, los muchos, nos conformamos con hacer de esta actividad "nuestra pasión".

Llevo mucho tiempo sin escribir. Nunca me atrevería a decir que escribir figura como una de mis pasiones. Al contrario. Siempre tiendo a escribir en momentos de estrés, especialmente estrés emocional. Me siento delante del ordenador con una cocacola con hielos sobre la mesa y algo de música y dejo que el estrés se escape a través de mis dedos a las teclas del ordenador para acabar en forma de algún cuento, opinión  o reflexión.
328 actualizaciones responden a 328 momentos en los que, de alguna manera, algo por dentro me llevó a este ritual de cocacola, música y teclado. 328 historias que han quedado en un blog que nació en Noviembre del 2006 y que ha durado hasta ahora.
Alguna tarde de domingo aburrida  he vuelto a leer todas las actualizaciones. Y, para qué engañarnos, más de la mitad me encantan. Me parecen geniales sin más. Me hacen creer que escribir SÍ podría ser una de mis pasiones. (la vocación la seguiré buscando)

Y es con este fin con el que he creado este nuevo Blog.

Re-iniciar. Como cuando le damos al botón del ordenador cuando se bloquea.

Espero que os guste. Espero que se transmita algo de esta pasión.