viernes, 7 de noviembre de 2014

El diván

Existen para todo expatriado ciertos momentos de terapia obligados. El diván no es otro que la mesa de un bar, la cita normalmente a la salida del trabajo y el psicólogo es siempre otro expatriado como tú. 

Echamos a hablar, como ansiosos de escuchar nuestras propias palabras con la certeza de que serán comprendidas, ansiosos de chistes que serán respondidos con risas, de anécdotas que serán acogidas con un "a mí también!!" 

La terapia adquiere poco a poco tintes de monólogo del club de la comedia. Sacamos todas esas cosas ridículas de la cultura del país, todo eso que nos parece absurdo...tan absurdo!!
"por qué extraña razón los alemanes todavía no tienen fregonas, ni persianas, ni ascensores en muchas casas?" 
"dios! qué cuadriculados son, si no les dices exactamente lo que quieres, detalle por detalle, no te entienden!"  
"van de país trabajador y eficiente...y luego resulta que se ahogan con un vaso de agua cuando les mandas trabajo"...

Se nos pasan las cervezas alternando el rol de psicólogo y enfermo. Y qué gustito. La terapia va haciendo efecto. O las cervezas.
Y al final el alivio no es otro que el de saber que tienes cerca gente que se siente cómo tú. Eso de mal de tontos, consuelo de muchos. Pues funciona. Sirve. Se necesita. Un poco, sólo de tanto en cuando. Pero se necesita. 

Y entre tanto, entre críticas a esa sociedad que nos acoge, a todas las cosas absurdas sin pies ni cabeza, sin darnos cuenta vamos siendo muy poco a poco cada vez más parecidos a eso que criticamos. Y, qué narices, nos empieza a gustar. Le vamos encontrando los pies, la cabeza. Empieza la alemanización del ser. Mierdaaaaaa!!!
Sí, le cogemos el gustito a comer a las 11:30, a cenar a las 19horas.
El agua con gas empieza a tener su aquel. 
Y el pan con semillas. 
Y te empieza a molestar que el autobús llegue 3 minutos tarde. 
Empieza a ser grave cuando te das cuenta de que frenas con el semáforo en naranja, cuando das la mano a las chicas cuando te las presentan...

Asusta un poco. Un mucho. 

La terapia se hace cada vez menos necesaria...

Aunque ese gustito, ese ratito con un amigo español sacando pecho de lo nuestro...

Ese diván no lo cambio por nada!!!


lunes, 20 de octubre de 2014

Volando voy

Miraba con impaciencia el símbolo iluminado del cinturón, inseparable amigo del cigarrillo tachado por dos grandes franjas rojas.
Se apagó. Click. Cinturón  desabrochado. Y salgo al pasillo.
El zumbido del avión atraviesa las suelas de mis zapatos y hace vibrar todo mi cuerpo mientras me dirijo al servicio. Un par de vaivenes y me agarro a los asientos a mi paso para no perder el equilibrio. La gente duerme, descansa, lee, conversa. Entre dormir, descansar, leer y conversar no ven una pequeña figura de 1,25m tambaleándose por el pasillo.

Vuelvo del baño con cara de disimulo. Me siento junto a mi hermano. Meto la mano en el bolsillo y saco orgulloso 2 toallitas refrescantes y 2 jabones con aroma de Heno de Pravia.

Los nervios de volar entonces se resumían en tres sensaciones:

1) Jabones y toallitas gratis en los lavabos
(¿Por qué no se levantaba todo el mundo???)

2) Cacahuetes y lata de cocacola de 20cl a mitad del vuelo
(Y el arte de apurar muy muy poco a poco esos 20cl)

3) Las llegada y las luces de Palma de Mallorca, con el cuello roto desde tu butaca para no perderte ningún momento del aterrizaje.

Nervios preciosos. Nervios de esos que se planean con una semana de antelación.

Miro con impaciencia el símbolo del cinturón, inseparable amigo del cigarrillo tachado por dos grandes franjas rojas.
Se apagó. Click. Ojos cerrados. Desconecto. Comienzo a pensar. Todo eso que dejo. Todo lo que me espera. Quiero dormir. Mi rodilla no encuentra su sitio en la butaca de enfrente. Mi cuello viaja al antojo del piloto. No tengo nervios, no. Tengo miedo. De todo eso que dejo. De todo lo que me espera. Ya no hay jabones, ni toallitas. Me dan igual las jodidas latas de 20cl. Aterrizar significa que se acaba mi sueño.
Nervios. Me muerdo las uñas. Nervios de esos que ni se planean ni se quieren planear.

Carne de avión. El avión. Que encoje las distancias, que le da la vuelta los tiempos, que impulsa al recuerdo y que obliga a imaginarse en algún futuro.

Tantas veces he deseado teletrasportarme... me doy cuenta de lo absurdo de la idea. De imponer de golpe otra realidad sin el tiempo necesario para asumirla. De encontrarse con un nuevo escenario, cuando tu cuerpo sigue anclado al escenario anterior.

El avión. Que encoje distancias. Que no pregunta sobre tiempos.

Símbolo del cinturón apagado. Hemos llegado. Pueden encender sus teléfonos móviles. Pueden recoger su equipaje de mano. Pueden olvidarse de lo que dejan....

....

Si pueden....

martes, 7 de octubre de 2014

Deliciosa

Hay palabras que son lo que dicen ser. Palabras que cumplen lo que prometen.
Palabras como "delicioso".  Y esque nadie negará que "delicioso" es una palabra absolutamente deliciosa. Y más deliciosa se nos hace cuanto más la repetimos.

Deliciosa era la tarde en Bruselas. El sol caía en cada tejado, la gente lo recogía en sus caras iluminando una media sonrisa y las bicicletas lo convertían en traviesas sombras acelerando y frenando sobre las aceras.
Cambié pantalón de traje por pantalón vaquero y zapatos de suela dura por bambas nike y bajé corriendo las escaleras del hotel con la intención de sumarme a la causa y poner voluntariamente mi cara para ayudar a toda esa gente a recoger el sol que caía al atardecer. Se me dibujaba la media sonrisa sólo de pensarlo en las escaleras.

Bruselas bullía. Los primeros pasos en la calle y viene de golpe esa sensación conocida. Ese gustito que da preguntarse "y ahora a dónde voy?", ese regustito que da responderse "venga, vamos a probar por aquí". Y dejarse llevar. Observar. Disfrutar de tu soledad, tu deliciosa soledad acorde con lo delicioso de todo lo demás.

Pocas veces es deliciosa la soledad. Pocas, contadas, contadísimas. Pero cuando lo es, qué deliciosa es.
Descubrirla, saborearla, darle su tiempo. Mirarse, dejarse estar. Entenderse, no preocuparse.


Es bonito viajar solo de tanto en cuanto. SÓLO de tanto en cuanto. La distancia (kilómetros), la distancia (cultura) y la distancia (lejos de nuestra rutina), son en ocasiones caprichosas el aliño perfecto para invitar a esa soledad buena, a esa soledad feliz,  a la soledad de descubrir, de descubrirse. Las tres distancias nos predisponen y paradójicamente nos alejan de esa soledad dañina que tantas veces aparece cuando estamos rodeados de nuestra gente, en nuestra cultura, en nuestra rutina.

Viajamos solos y, así, solos, nos damos cuenta de que mucha gente está más presente en nuestro solitario viaje que cuando viajan a nuestro lado.
Somos así de raros. Soledad deliciosa que nos hace añorar en positivo a nuestra gente. Nos hace desear un nuevo viaje a los mismos lugares con ellos, nos hace vivir todo mucho más intensamente, con ansia de asimilar sensaciones, de no olvidar eso que sentimos en cada momento....

...ansias de no olvidar ese momento....

...porque no nos engañemos, todo eso bonito sólo tiene sentido si al final del viaje podemos contarlo.

Porque la soledad no debe durar ni un segundo más de lo que la hace ser deliciosa.

La tarde en Bruselas se apaga, dando lugar a una fina lluvia. La gente se esconde y vacía las calles. Llego al hotel.
Y con el fin de la deliciosa tarde se acaba mi deliciosa soledad.
Pijama y Skype para contarlo todo.

Lo dicho, no darle ni un segundo más a la soledad, no vaya a ser que deje de ser delicosa de golpe :)





domingo, 8 de junio de 2014

losers

Ahora que me siento me tiembla el estomago, me tiemblan las manos y titubean un poco los labios.
No se muy bien como hacerlo...pero lo único que me apetece es sentarme a daros las gracias.
Hoy ha sido un día perfecto...mejor dicho, me habéis regalado un día perfecto. Porque me conocéis. Porque sabéis lo feliz que me hacen estas gilipolleces. Lo de correr, lo de gritar, lo de abazarnos, mantearnos.He disfrutato como un niño pequeño.
Y ahora en casa, después de la ducha, mi cuerpo sonríe recordando todo pero mis labios se empeñan en seguir temblando.
Pienso en las ganas que tengo de devolverlos el cariño que me habéis demostrado. Hoy. Y cada dia desde que nos encontramos.
Así que ahí va. Para vosotros.

Losers, Este blog va por ustedes.
Así que Imaginad que estamos en esa mesa apurando el café y que ahora es mi turno.
Me volvería a poner nervioso. Volvería a bajar la cabeza para evitar llorar.
Pero ahora sabria que deciros.
Volviendo a casa pensaba en cada uno de vosotros. En lo que hemos compartido.
En lo que compartimos.

Me he dado cuenta de que con todos y cada uno de vosotros comparto algo. Y con compartir me refiero a que en una parcelita de la vida somos iguales. Y eso nos une. Y espero que nos una mucho tiempo, porque en la vida no es tan común tener esa enorme suerte.

Así que ahí voy.
Nacho. Me has hecho descojonarme todas y cada una de las veces que hemos quedado juntos. Por que? Por la enorme capacidad de inventar situaciones estúpidas que podrían pasar dentro de contextos serios. Debes saber (y se que lo sabes) que esto me da la vida. Me da la vida que estemos donde estemos siempre haya una  manera de acabar riendo. Lo necesito. Reírme porque si. De los demas, de mi.
Por eso, por empeñarte en que no estemos mucho seguido sin reir, mil gracias.

Laura. Eres pura emoción. Es una delicia ver como te alegras por las cosas mas pequeñas, como nos contagias la alegría a todos con tu voz, tu expresividad, tu cariño. Tienes esa parte de dulzura que a mi me cuesta sacar y que envidio que saques de forma tan natural.
Por eso, por hacernos siempre un poco mas dulces, mil gracias

Ana. Eres la lucha. Me pareces una persona increíblemente valiente, capaz de sonreír siempre, pase lo que pase. Para mi has sido y eres un ejemplo, animosa, energética, siempre con nuevos planes en la cabeza, positiva.
Por eso, Por contagiarme siempre esa manera tuya de vivir, mil gracias.

Pedro. Me pareció muy bonito cuando tu amigo Quique comenzó diciendo en la cercemonia de tu boda algo asi como "que voy a decir de ti si eres mi hermano"...te tengo que decir que a mi me has hecho sentirme un poco así, preocupandote siempre por mi, demostrandome tu cariño en cada abrazo, alegrandote por mis alegrías y estando muy cerca en mis no alegrías.
Por todo eso, por ser casi como un hermano, mil gracias.

Edu. Poco a poco me has hecho también formar parte de tu familia. Compartimos eso de que nos gusta hablar poco de cosas bonitas porque pensamos que es mejor demostrarlas. Me has hecho sentir una persona importante, querida.
Por ewo, Por estar siempre cerca sin hablar, mil gracias

Raquel. Creo que tienes la virtud de la sencillez. Desde que te conozco me he sentido siempre a gusto contigo. Por que? Pues porque no te complicas. Sonríes, quitas peso a lo que no tiene que pesar y disfrutas. Y haces disfrutar.
Por eso, por tomarte las molestias de hacer todos los ratitos que pasamos contigo un poco mas sencillos, mil gracias

Ramon. Todas las conversaciones, todas las veces que nos hemos escuchado y que nos hemos abrazado. Eres quizá la persona mas integra que nunca he conocido, sincero, leal a tus amigos. Has sido mi mejor consejero, mi hombro, mi apoyo, mi energía muchas veces. Tantas decisiones juntos, yo sobre lo tuyo y tu sobre lo mío...
Por eso, porque mucho de lo mío tiene una parte de ti, mil gracias


Julio. Me gusta porque cada conversación contigo siempre es una gran conversación. Te paras a pensar muchas cosas que para mucha gente no tienen demasiado peso...pero que quizá pesan mucho en la vida. Y cada vez que nos juntamos intentamos resolver una parte de ese extraño mundo de las cosas que pesan. Eres directo, sincero, tienes claro que no quieres.
Por eso, por regalarme siempre un punto de vista nuevo sobre las cosas que parecían viejas, mil gracias.

Anna. Creo que eres la persona mas original que nunca he conocido. Me doy cuenta de que no paro de hablarle a los demas de ti, de tu forma de ver la vida. No entiendes la palabra imposible, ni el mundo sin color, sin movimiento, sin creatividad. Es una delicia escucharte, ser parte de tus planes, romper miedos y barreras contigo.
Por eso, por esa barita mágica con la que planificas nuestras vidas, mil gracias

Patri. Dicen que la naturalidad es la mas complicada de las poses. Yo te aseguro que para ti no. Es genial tenerte cerca, pasar un rato contigo. Hablar de todo, reír (reír y reír). Es difícil desxribirlo, pero haces sentir bien al que tienes a tu lado. A gusto, como dirían los navarros.
Por eso, por tu frescura, por ser tan normalmente genial, mil gracias.

Javi. Cuanto mas te conozco mas me sorprendes. Eres quizá la mejor persona que he conocido en Barcelona, tienes detalles humanos excepcionales. Te esfuerzas en ser siempre cálido, cercano (lo confirmo, viene de familia) meteduras de pata? Millones, pero nada que no se arregle con una sonrisa.
Por eso, por llevar ese calorcito de tardajos allá donde vas, mil gracias.

Cesco. Siento que eres la persona mas parecida a mi en este grupo. Por tu forma de ver las cosas, por todo lo que necesitas a la gente, por tus prioridades en la vida...eres también un ejemplo para mi, como has conseguido calar tanto en todos nosotros estando lejos de tu casa, de tu idioma, de tu cultura.
Por eso, por ser el Guille al que aspiro a ser, mil gracias.


Y bueno, esto era todo.

Ahora estoy mas feliz.

jueves, 3 de abril de 2014

Juego de roles

Como si en cada conversación, en cada reunión, en cada situación, en cada momento de nuestras vidas hubiera una gran máquina expendedora de capsulitas de colores.

Así me lo imagino yo. Como una inmensa máquina de Nespreso siempre delante nuestro.
Se activa el mecanismo. La estructura cilíndrica con miles de filas de colores comienza a girar. Clac. El motor se para. Clac. Se abre una trampilla y se oye la cápsula deslizando por la rampa.
Clac. Choca contra el tope del final de la rampa. Levantas la trampillas y ahí esta tu cápsula.
La miras. Estudias la estructura mate de su brillo.
Te la acercas a la nariz y saboreas su olor.
Tus dedos disfrutan unos segundos con la suave superficie exterior.
La abres. Te la bebes de un trago.Y te transformas.

Miras la máquina y grabado en el plástico de la base puedes leer "Expendedora de roles"

Empieza entonces el teatro inconsciente.
3,2,1 y acción.

La vida nos pone el rol. Nos lo sirve en bandeja y nos lo cambia cientos de veces, tantas como relaciones desarrollamos a lo largo de la misma.

Es por eso que nadie se siente malo, ni bueno, ni egoísta, ni generoso, ni tímido, ni extrovertido, ni conservador, ni extremista, ....
No nos decantamos por una manera de ser, porque a lo largo de nuestra vida, en función de con quién estemos y de qué es lo que esté pasando, atravesamos por todos los roles.

El rol manda.
El jefe que dirige desprecios con soberbia a sus trabajadores probablemente baja la cabeza con humildad cuando su jefe le dirige desprecios a él.
El cura que prodiga con su palabra a diario la paz y la solidaridad probablemente no se digne a perder mucho tiempo de su vida ayudando a su vecino que sabe que no tiene qué comer.
El policía que da una paliza en el cuartel a un inmigrante probablemente ha planeado ir este verano 2 semanas a ayudar a los niños somalíes.
El relaciones públicas que se lanza a hablar con desparpajo cada noche con miles de personas probablemente no se atreva a dirigirle la palabra a la chica de la que se ha enamorado.

La máquina expendedora de roles recuerda, tiene memoria la muy hija de puta. Y hace casi imposible cambiar el reparto de roles.
En la pareja, en el trabajo, en las relaciones con amigos. Se establece de primeras quién es el fuerte, quién el débil, quién el listo, quién el gracioso...y así queda para el resto de los días.

Es interesante encontrarse con viejos amigos del instituto o del colegio y comprobar cómo el que todos teníamos como el más pardillo es ahora un auténtico triunfador; o el más chulo lleva ahora la mirada baja.
En sus relaciones posteriores al colegio se deshicieron de sus roles, cambiaron su vida...pero de algún modo, cuando te encuentras con ellos, les resulta inevitable volver, aunque sólo sea un poquito, a ese rol con el que les conociste...

Es el juego de roles. Que nadie espere que le expliquen las normas :)






lunes, 10 de marzo de 2014

las edades

Hay un dedo moviendo las agujas del reloj, adelantando y atrasando horas a su antojo.
Un pincel tapando con pintura los días y meses en los calendarios.
Una cuchilla rayando el año de nacimiento en los dnis

El tío de ahí arriba que inventó el juego dejó preparados dos montones de cartas perfectamente ordenadas.
Un montón de cartas con el dorso verde dentro de una caja verde.
El otro montón de cartas con el dorso rojo, dentro de una caja del mismo color.

Las cartas verdes contienen las distintas edades.
Las cartas rojas lo que nos toca vivir.

Ocurrió que nuestro amigo de ahí arriba no pensó en ponerle una tapita a estas dos cajas...y, se veía venir, en una ráfaga de viento las cartas se volaron de sus cajas y se mezclaron en el suelo.
Cuando las fue a recoger se dio cuenta en el fallo garrafal que había cometido: no había numerado las cartas!!!
Así que lo más que pudo hacer fue volverlas a dividir por colores y meterlas en sus respectivas cajas.

El juego perdió el sentido.

Niños con depresión.
Cuarentaañeros en discotecas buscando un rollo de una noche.
Jubilados con culto al cuerpo frente al espejo del gimnasio.
Abuelos que son más padres de sus nietos de lo que lo fueron con sus hijos
Treintaañeros enamorados tonteando en un banco del parque. 
Bebés con estrés.

Como si las edades del hombre estuvieran siempre de carnaval. Disfrazándose unas de otras.
De niños nos visten de mayores y cuando llegamos a mayores nos queremos vestir de todo eso que no pudimos vivir de niños por estar tanto tiempo vestidos de mayores. 

Si hay algo que está claro son las reglas del juego: hay que gastar todas las cartas. Todas las edades salen antes o después al tablero. Nada de lo que nos toca vivir se quedará en el montón. 

Saco carta verde: 30 años.
Me toca sacar del otro montón. Le doy la vuelta a la carta roja y leo.

Ya lo leí. 
Quien lo quiera saber, que se acerque a verlo.