miércoles, 1 de abril de 2015

MEMO

Habla a gritos el lenguaje sobre la cultura del que lo habla.

Responde el alemán con un "por favor" (bitte) cuando alguien le da las gracias, mientras que el mexicano recurre a un "para servirle"...si se descuida se le escapará un "a sus pies". 

El lenguaje del mexicano está hecho a su cultura. No existe la línea recta. No existe una frase con un sí o un no  secas. No hay cabida para el punto final en las historias, lo cual, sumado a que no son muy partidarios de que las historias tengan finales, hace que las conversaciones vivan ausentes del tiempo.
No hay verdad en las palabras, tampoco hay mentira. No hay decisión, no hay dirección, pero sobra voluntad. La voluntad de ayudar, eso ante todo. De ahí la coletilla de "a sus pies", "para servirle" 
El mismo color de las casas y de los paisajes adorna las palabras. El nombre no vive sin varios adjetivos, los verbos agonizan sin adverbios que remarquen cada acción. 

El asunto se hace extremo en los correos electrónicos, donde la cultura alemana se alemaniza y...y claro, la cultura mexicana...pues eso. 

Para una simple confirmación no faltarán agradecimientos a tu correo, deseos de que tu semana sea estupenda, explicación detallada del retraso de su confirmación y alguna frase de relleno que, qué diantres, queda perfecta en el sitio en el que se ha puesto. (cómo lo consiguen?) 

Ante todo el lenguaje en Mexico es cálido, invita a la conversación. Igual que la persona. Es inevitable sentirse a gusto. A gusto piensas en todo lo que le sobra de verdad a lo que te están contando, a gusto sabes que de toda la voluntad ofrecida por las palabras sólo una pequeña parte se convertirá en voluntad realizada. A gusto. 
Contrasta esta característica con la habitual rapidez con la que el alemán desea acabar la conversación, cerrando temas con satisfacción, poniendo ticks verdes a los puntos que traía en la cabeza para acordar contigo. 
El Mexicano, digo, disfruta más quitando los ticks verdes que poniéndoselos. 

Es divertidamente, desesperantemente acogedor.

En esta nueva fase que empieza, después de convivir en Alemania con muchos mexicanos, tengo un presentimiento. 
Creo...creo que no me va costar tanto ser Memo....





ps: uno descubre ya en su primer viaje a Mexico que no hay Guillermos sino Memos, así como no hay Franciscos sino Pacos...