domingo, 10 de noviembre de 2013

BRONCAS

Forma parte del día a día recibir broncas.
Da igual quién seas, desde el último escalafón del organigrama hasta el director general. 
El que no limpia bien los lavabos, el que se equivoca redactando un informe, el que comete un error calculando, el que escogió la estrategia equivocada para las ventas de la empresa, el que no supo comunicarlo.
Todo el mundo recibe broncas. El nieto, el abuelo. 

Curiosamente todos tienen la misma sensación. "¿Por qué yo siempre me tengo que llevar todas las broncas?" 
Te diré un secreto. No. No te las llevas tú, porque si te llevaras todas las broncas te aseguro que tendrías que tener super poderes para continuar cuerdo.
Sólo sucede que por lo habitual no nos fijamos en las que le caen a los demás. Es sólo eso.

El pasado miércoles, mientras conducía de vuelta a casa, no podía dejar de pensar en lo mucho que nos cambia el comportamiento el recibir una bronca. 
Tienen los pensamientos en el coche y en la ducha la propiedad singular de que ambos suelen acabar plasmados en este blog. 
Intentaba, mientras conducía, reproducir mi día antes y después de recibir la bronca. Reproducirlo, no como un mero recuerdo, sino intentando verme desde fuera, como cuando en las películas viajan al pasado subidos en una burbuja.
Y mirando mi antes y mi después os diré que sí, que sí que nos cambia mucho una buena bronca.

Las pulsaciones suben, te acaloras, el cuerpo se tensa, arrugas la frente y te empieza a doler la cabeza. Lo que ocurre es que, regado como estás con un buen tazón de adrenalina, ni siquiera tú mismo percibes nada de eso. 
Pero sí, vas a la siguiente reunión tenso, con las pulsaciones subidas, acalorado, con algo de dolor de cabeza. Respiras. Avanza la reunión. Sube el tono. Nuevas discusiones. Y ahí....

Ahí amigos entran las cuatro estrategias que el ser humano muestra en sociedad llegado un momento así:

1) Estrategia cascada
La bronca que he recibido anteriormente realiza el mismo camino hacia los compañeros que me rodean. Da igual la temática de la reunión y las personas que la componen. Encuentro un motivo y lo suelto de golpe. Si el cabreo se pudiera meter en sacos de 1kg, hago todo lo posible porque los demás se lleven a casa todos y cada uno de los sacos que me han hecho cargar a mí instantes antes. Con la misma intensidad (o más) de cabreo.
Los demás, claro, alucinan y se comen la bronca sin entender muy bien porqué. "Será que Hoy viene cabreado" - es una frase de lo más típico para tratar de explicar estas situaciones
El resultado es terapéutico para uno mismo, pues te has quitado de encima muchos de esos kilos que te venían pesando tanto. (ojo, siempre nos quedamos con alguno!)
El resultado, obviamente, no es terapéutico para los demás, ni para el desarrollo del trabajo en la empresa, pues las bolsitas de cabreo se van esparciendo por todos los rincones, cascada tras cascada, generando un estado general de irritación.

2) Estrategia máscara
Mantienes el tipo. Incluso recibes otra bronca si la reunión discurre por esos derroteros. Agachas la cabeza y te pones la máscara.
Seguramente pienses "a mí las broncas no me afectan". Seguramente tus jefes y los demás del departamento piensen lo mismo (por eso no tienen reparo en aplicar la estrategia cascada contigo)
Sin embargo, lo más probable es que tu entorno fuera del trabajo se esté preguntando por qué estás cambiando tanto sin motivo. Porqué te vuelves poco a poco arisco, porqué te exaltas en las comidas, o en simples discusiones entre amigos. Porqué le contestas a tu pareja sin explicación, a tus padres...

3) Estrategia cucharada sopera
Me trago la bronca. Como si yo fuera un charco de arenas movedizas, me la trago enterita. Y nadie más se entera. Ni en el trabajo. Ni en casa. Todo sigue funcionando.

Y con los años aparece la ansiedad, o la depresión. Y se pagan 2 años de psicólogo para que, al final, te diga que la estrategia cucharada sopera no es la adecuada. 


4) Estrategia boomerang
Quizá la más difícil de realizar por primera vez. 
¿Quién es el responsable de que tú te sientas así? Acalorado, tenso, ...MAL.
¿Tus otros compañeros?
¿Tu entorno fuera del trabajo?
¿Tu??
Sólo hay un responsable, y ese es la persona que te está echando la bronca.
La solución es muy sencilla y pasa por la técnica de la reflexión, y no de pensar, sino de reflejar. Todo lo que llegue se va por el mismo camino. Como un boomerang. Y, sin tapujos, sin perder la calma, sin estrés, le voy devolviendo uno a uno los saquitos de cabreo. 
Requiere mucho arte. Mucha "inteligencia emocional" (término que está muy de moda, pero que, para casos como este, funciona). Enséñale a decir las cosas hablando, empezando tú con esa misma técnica. Muéstrale que no tiene argumentos, empezando tú a argumentar. Y el respeto, que lo aprenda de tus palabras, de la forma de dirigirte a él. 

La estrategia boomerang es la única justa con el equilibrio, la única que garantiza que todo lo malo del cabreo se queda en el único responsable del mismo. 
Lamentablemente diría que los porcentajes a día de hoy en una empresa son: 

1) 60%
2) 20%
3) 15%
4) 5%

Aunque si queréis que os diga la verdad....yo me decanto por una estrategia adicional...NO CABREARSE!!!!

:) :) 


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NOTA:  Esto no son teorías científicas, ni lo he sacado de libros, es solo una opinión! 
Así que por favor los que sabéis del tema no me echéis la bronca si he dicho barbaridades :) 




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