lunes, 10 de marzo de 2014

las edades

Hay un dedo moviendo las agujas del reloj, adelantando y atrasando horas a su antojo.
Un pincel tapando con pintura los días y meses en los calendarios.
Una cuchilla rayando el año de nacimiento en los dnis

El tío de ahí arriba que inventó el juego dejó preparados dos montones de cartas perfectamente ordenadas.
Un montón de cartas con el dorso verde dentro de una caja verde.
El otro montón de cartas con el dorso rojo, dentro de una caja del mismo color.

Las cartas verdes contienen las distintas edades.
Las cartas rojas lo que nos toca vivir.

Ocurrió que nuestro amigo de ahí arriba no pensó en ponerle una tapita a estas dos cajas...y, se veía venir, en una ráfaga de viento las cartas se volaron de sus cajas y se mezclaron en el suelo.
Cuando las fue a recoger se dio cuenta en el fallo garrafal que había cometido: no había numerado las cartas!!!
Así que lo más que pudo hacer fue volverlas a dividir por colores y meterlas en sus respectivas cajas.

El juego perdió el sentido.

Niños con depresión.
Cuarentaañeros en discotecas buscando un rollo de una noche.
Jubilados con culto al cuerpo frente al espejo del gimnasio.
Abuelos que son más padres de sus nietos de lo que lo fueron con sus hijos
Treintaañeros enamorados tonteando en un banco del parque. 
Bebés con estrés.

Como si las edades del hombre estuvieran siempre de carnaval. Disfrazándose unas de otras.
De niños nos visten de mayores y cuando llegamos a mayores nos queremos vestir de todo eso que no pudimos vivir de niños por estar tanto tiempo vestidos de mayores. 

Si hay algo que está claro son las reglas del juego: hay que gastar todas las cartas. Todas las edades salen antes o después al tablero. Nada de lo que nos toca vivir se quedará en el montón. 

Saco carta verde: 30 años.
Me toca sacar del otro montón. Le doy la vuelta a la carta roja y leo.

Ya lo leí. 
Quien lo quiera saber, que se acerque a verlo.







1 comentario:

  1. Magistral la frase “De niños nos visten de mayores y cuando llegamos a mayores nos queremos vestir de todo eso que no pudimos vivir de niños por estar tanto tiempo vestidos de mayores”. Otra gran metáfora, bien desarrollada y cargada de sentido. Al igual que muchos de tus artículos, buscas arrojar alguna luz sobre el porqué hacemos lo que hacemos, porque somos como somos. Para ofrecer otra alternativa de interpretación te diré que también podría ser que nadie nos esté repartiendo cartas si no que seamos nosotros quienes las escojamos mal. Muchas veces nos enfrentamos a bifurcaciones y trifurcaciones en nuestro camino vital. A menudo intuimos cual es la buena ruta pero ¡cuantas veces tomamos otra por ser más fácil, estar más trillada, haberse puesto moda..! Tu metáfora exculpa al ser humano porque las cartas le vienen dadas. Yo, más cabrón, acuso de debilidad mental y espiritual a quienes no es tanto que padezcan “de una mala mano” si no que equivocaron sus decisiones. Claro está que no siempre podemos elegir. Así que la metáfora, para ceñirse en lo posible a la realidad, debería, asumir que unas veces elegimos la carta y otras nos impone sí o sí. Moraleja; cuando puedas escoger, échale cerebro y redaños a la elección. Y cuando no, busca la mejor manera de jugar la carta que te tocó. Nunca aceptes la pasividad y la impotencia como conductas rectrices de tu existencia. Ese sería mi mensaje. Y, mensajes a parte, me parece todo un disfrute tu modo de escribir y, este artículo, un gran artículo.

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