martes, 8 de noviembre de 2011

24 +2 +2

Una de las experiencias más agradables que hay en la vida surge cuando uno tiene la oportunidad de enseñarle a alguien a quien aprecia que vive fuera algo tan suyo como su ciudad.

Cada rincón de la visita es una excusa para recordar un momento que haga tuyo ese rincón. Paseando, tu visitante con el mapa en la mano y tú con el mapa en los pies, se suceden edificios, calles y monumentos alternándose con bares, anécdotas, bancos en parques, anécdotas, plazas, anécdotas y bares para acabar.
Con cada calle te descubres, con cada fachada retomas una historia, de cuando hiciste pellas en el instituto, de las cenas con los de la universidad, de cuando te dejó tu primera novia, de aquella manifestación, de la vez que te fuiste a tomar una caña y acabaste de fiesta, de aquella nochevieja, de las mejores croquetas, de ese concierto, de cómo ligaste en un burger, de por dónde salías a correr, de las mejores vistas de la ciudad, de cuando te castigó tu madre, del kalimocho en aquel banco del parque, ...

A cada esquina que doblas nombras a alguien tuyo. Pablo, Jorge, Patrick, Fibi, Tania, Antonio, Alberto... Los nombras como si tu acompañante los conociera de toda la vida, sin percatarte de que es la primera vez que él o ella oye estos nombres.

El día se va acabando y con las últimas horas, sin darte cuenta, has enseñado tanto de la ciudad como de ti mismo.
La visita se acaba y tu acompañante no recordará muy bien de qué estilo era la catedral, en qué año se construyó la plaza Mayor o qué rey vivió en el palacio.

Y te da igual, porque sabes que de alguna manera lo has conseguido. Has conseguido que cuando vuelva a su ciudad y piense en tu ciudad, se acuerde de ti. Recuerde tus anécdotas. Recuerde tu gente.  Has conseguido que sienta parte de todo ello.
Has hecho que algo tuyo sea suyo para siempre.

Tengo 28 años.

24 +2 +2

24 años en Madrid
2 años en Munich
2 años en Barcelona

Siento las 3 ciudades como mías. En sus rincones se perdieron 24, 2 y 2 años respectivamente de Guille. Y en sus rincones se lee toda mi vida.


Sólo me queda descubrir de qué forma va a continuar la suma.

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